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Soñando desde abajo

Sus ojos se quedan fijos, no se elevan buscando el cielo ni tampoco se escurren por el suelo. ​Él mira la vida desde abajo, pero tiene más altura que cualquiera a la hora de soñar. Hay que decirlo: es un “enanito”, como muchos designan a las personas con corta estatura, pero lo más elevado en él es el amor por Antioquia.

Sonó el Himno Antioqueño, Guillermo Garcés se preparaba para debutar como torero en el corregimiento de Belén de Bajirá ubicado en el municipio de Mutatá. Solo se quedó cuatro días pero recuerda que la vida allí no era nada fácil. De las 10 plagas de Egipto solo faltaban dos por presentarse.

Los habitantes hacían viviendas en medio del agua que se les llevaba hasta los calzones. Por suerte, el índice de mortalidad era bajo y los que pasaban al otro mundo era por cuestiones de edad y no de condiciones de vida.

Todos los pueblerinos se nombraban como antioqueños y no conoció a alguno que siendo de Belén de Bajirá dijera que ese era territorio chocoano. Hasta en las corridas apoyaban con banderas del departamento.

No compitió con toreros de este corregimiento pero recuerda a sus habitantes por la amabilidad. Nunca se ha dado por vencido y dice que si él viendo la vida desde abajo tiene la mirada alta, cómo los demás antioqueños van a perder lo que les pertenece estando con los ojos bien ubicados.

Puso su firma para que Belén de Bajirá sea de Antioquia, con la seguridad de que aún existe la justicia divina. Él pisó el terreno que tenía marca pujante y olía a Himno Antioqueño. Sus cuatro hijos quieren conocer ese territorio y dar los pasos que Guillermo algún día trazó. Un papel no le puede quitar a esta gente la identidad, porque cuando llegaron, ni siquiera otro Departamento se preocupó por ubicarlos en su mapa.

Él se siente feliz de ser antioqueño porque es la única herencia que le ha dejado su familia Si no le tiene miedo a un toro, menos sentirá temor de ayudar a recuperar lo que le pertenece a su patria.

Guillermo sueña desde abajo pero con seguridad. Dice que Urabá es indudablemente de Antioquia y que esa tarde en que ganó la partida con aquel toro lo confirma. Esas montañas lo vieron pelear con ese animal y escucharon sus gritos al recibir el trofeo que no desampara.

Escrito por: Érica Yasmín Zapata Vásquez
Revisó: Jorge Alberto Velásquez
Medellín, 23 de junio de 2017

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