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" La "importación" nos la dio Luis Pérez Gutiérrez"

Cuando pasa un silletero, ahí viene José. Que no quepa duda que es un hombre entregado a las flores y Antioquia. Aunque no sabe escribir ni leer, los mensajes en su silleta descrestan a cualquier amante de las letras.

Son las doce de la noche y José Zapata continúa relatando las historias que vivieron sus padres. Varios turistas se ríen sin cesar por sus " cuenticos humorescos". Su casa se ha convertido en un museo cultural desde que Luis Pérez Gutiérrez, gobernador de Antioquia, decidió sacar al campesino de Santa Elena de la huerta para que el mundo admirara su trabajo.

Aprendió a hacer silletas a punta de rejo. Debía ayudarle a su madre en la elaboración de estas; lo hizo desde los ocho años y hoy, con 51, guarda la misma alegría de aquel tiempo, cuando jugaba a distinguir el nombre de cada flor y la ubicaba en el mejor espacio. La alegría que siente desde que Luis Pérez Gutiérrez como alcalde de Medellín dijo que el campesino no servía solo para cultivar sino para representar a Colombia, no se la quita nadie. "Él fue el que nos dio la importación" afirma, mientras se apena porque no sabe pronunciar la palabra: importancia.

José vive del campo y la tierra le ha dado marca propia. Las manos las tiene llenas de uñeros de trabajar en la huerta sembrando astromelia, rosa amarilla, cartucho, girasol y plantas aromáticas.

Por falta de recursos solo pudo estudiar hasta segundo de primaria. Sabe escribir su nombre y lo hace con buena ortografía. Desfila silleta monumental desde hace doce años y ha sido la primera página de varios periódicos del país.

Se siente importante porque las personas aprecian su trabajo y, por ello, convirtió su casa en la finca "El Pensamiento". Un lugar donde llega toda clase de visitantes y quienes se van "pensando" que Antioquia es un departamento que no olvida a sus campesinos. Tristemente su madre Eloísa Amariles murió sin sentir el amor de las otras personas por la tradición silletera. Ella desfilaba y recibía como premio algún fogón, cucharón o chocolatera, y al evento solo iban los novios que no tenían nada más qué hacer. Ahora no caben las personas ni el día del desfile ni durante el año. Todos se sienten campesinos de Santa Elena. Desde diferentes lenguajes se ha dicho " cuando pasa un silletero es Antioquia la que pasa". José ha podido viajar a varias partes del mundo y no olvida su bandera patria.

Comenta que no tiene sueños por cumplir. Dice que su madre desde el cielo lo mira con orgullo por cargar el peso de una tradición que por un tiempo permaneció en el olvido. Sus ocho hermanos son campesinos de poncho y ruana. Uno de ellos carga silleta tradicional, la más antigua de todas pero la mejor representación de que por ahí inició todo. A sus abuelos los llevaban en esa estructura hasta el hospital y nadie pensó que más adelante serviría de museo móvil.

Entre las historias que cuenta a los turistas que lo visitan durante la elaboración de las silletas se encuentra la de un político que sin ser campesino luchó para hacer real que un montón de "montañeros" dejaran el azadón y se convirtieran en patrimonio inmaterial de la humanidad.

Medellín, 17 de julio de 2017
Escrito por: Érica Yasmín Zapata Vásquez
Revisó: Jorge Alberto Velásquez

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